Estremecerme hasta la muerte, que cada parte de mí se desate hasta caer en el descontrol de mi cuerpo, cubrir cada recobeco del tuyo llenándolo de promesas y sueños que no perdurarán y de repente encontrarnos en el silencio vacío de aquella habitación. Frente a frente sin importar que nuestros actos acarreen consecuencias, que el órgano que me da la vida enloquezca con el tacto de tus dedos, que se pierda por la orilla de tu boca.
Necedidad de verte, de sentirte, de tenerte... Al principio nada, ahora todo y finalmente la parca, abalanzándose contra mí, dandome la libertad, haciendo que nada ya importe.
Saber que nada va a pasar porque nada es para siempre y no puede surgir un sentimiento de algo que en realidad nunca ha existido. Por qué engañarse, es más fácil cerrar los ojos e imaginarte. Así soy más feliz.
sábado, 4 de enero de 2014
Imaginarte
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